Caminar. Pensar. Analizar.
Creo que la principal razón por la que he elegido caminar desde mi casa hasta el Bulevar Universitarios no es el hecho de que el caminar casi kilómetro y medio me quite el sueño o queme algunas calorías, ni siquiera creo que sea mi repudio por el mal servicio de la linea de buses que pasa por mi casa. No, la verdadera razón es porque eso me permite pensar. 15 minutos de una actividad tan vital y necesaria para mi sanidad mental en estos momentos de crisis. Últimamente mis procesos mentales convergen en una sola idea, una sola persona.
Idris.
Idris Idris Idris. La verdad es que no he podido dejar de pensar en ella, no he podido dejar de platicar con ella, no he podido dejar de sentirme atraído, pero lo más importante, no he podido solidificar mis intenciones con ella. No me refiero a decirle lo que siento, si no a aceptar en mi mismo que he empezado a quererla y que tal vez sea momento de dar el siguiente paso. Les contaré un poco sobre Idris.
Su sonrisa sigue siendo lo que me fascina de ella. Su voz diciendo mi nombre sigue lanzando una descarga en todo mi cuerpo y mi corazón sigue acelerándose cada vez que espero por ella antes de nuestras citas. Tiene esa grandiosa habilidad de hacerme sonreír todo el tiempo que estoy con ella.
Idris es similar a mi, pero muy diferente a la vez. Si tuviera que expresarlo de alguna forma, diría que tenemos gustos similares pero perspectivas diferentes, diferentes formas de asimilar las cosas. Yo la supero en conocimiento general, pero ella me supera en experiencias y eso es lo que me encanta de ella. Su libertad. Su mente abierta, el estar dispuesta a probar lo que no conoce y siempre defender sus ideales, sus bromas, su manera de ver las relaciones y sobre todo a las personas. Por supuesto existen cosas en las que no coincidimos e incluso donde nuestras ideas se oponen, pero es tolerante y respetuosa con los pensamientos de los demás, igual que yo. Siempre es agradable discutir con ella, sobre todo porque su convicción es más grande que la mía, aun cuando no está segura de estar en lo correcto, te hace dudar. Es buena con las conversaciones. Yo soy bueno analizando, ella no teme actuar. Lo mejor de todo, su personalidad me alienta, me impulsa a moverme, a convertirme en una mejor versión de mi mismo.
Cómo una desconocida ha logrado eso en mi en dos meses, no lo sé. Pero me hago una idea.
Al poco tiempo de conocerla reconocí la independencia de Idris, es una chica que no necesita de otra persona para sentirse plena y desenvolverse en la vida, viste una armadura de seguridad y autoestima que no ves en todas las chicas, no es simplemente la fachada que las chicas bonitas intentan aparentar con sus cuerpos “perfectos” detrás de una actitud de “soy demasiado buena para ti”. Ella es abierta con todas las personas que se acerquen con buenas intenciones y lasciva con las que no, algo que solo se puede lograr con una autoestima sólida. Todo un reto.
Fue eso lo que me impresionó de ella, porque cuando conoces a personas así empiezas a plantearte una cuestión esencial… “¿Qué puedo ofrecer yo?”. No es una persona dañada, llena de inseguridades o miedos como lo es el amor adolescente, no es alguien que esté buscando el cobijo de otra persona, no es alguien esperando a ser rescatada y eso me hizo darme cuenta que por primera vez en mi vida me gustaba alguien a quien no necesitaba arreglar. Alguien con quien no me sentía en ventaja, alguien a quien no era fácil impresionar, alguien que me hiciera voltear a verme a mi mismo… y me sentí pequeño. El sentimiento fue momentáneo, quizás lo más natural sería darme por vencido, alejarme como lo hice con Arabella, mintiéndome, convenciéndome de que realmente no quería eso. Pero no. Me prometí jamás volver a hacer eso y de esa manera resolví formar un lazo con ella.
Hoy fuimos al cine por primera vez, nos divertimos. Sigo siendo pésimo para las despedidas. Y camino a mi casa pensé en todas estas cosas, pensé en por qué no dar el siguiente paso, por qué si seguimos saliendo no intento ir por más, la respuesta como siempre, está en mi.
Sencillamente estoy disfrutando esto, estoy disfrutándolo de la misma forma que lo disfruta ella, porque a pesar de mis demonios internos, de mis crisis y de todo el caos en mi vida, se que todo eso lo puedo superar por mi mismo, porque lo he hecho. Porque me doy cuenta que nuestra mayor similitud, es nuestra independencia. El ser dos personas que no “necesitan” que alguien más las arregle, porque los dos tenemos nuestras fortalezas, fortalezas que nos hacen íntegros. Porque así como yo pienso en qué es lo que puedo ofrecer, también pienso en lo que ella puede ofrecerme. Porque ya no busco alguien que me complete sino que me complemente.
De esa manera se desenvuelve nuestra relación, un nuevo tipo de relación que jamás había experimentado, una relación que crece cada día, poco a poco, una relación donde no hay prisas, una relación con un rumbo que desconozco, con un destino que por el momento no pienso apresurar, quizás se parezca mucho a una zona de confort, a un comodín emocional, pero la verdad es que está lejos de serlo. Idris es una persona que me inspira cosas buenas y me da energía para ser mejor. Es una persona que estoy empezando a querer… y eso es lo único de lo que estoy seguro.
Porque dentro de todas las incertidumbres que envuelven a mi vida en este momento, ella es la mejor.
Salta, ya aparecerá el piso.