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«Idris»「2/2」

Reconoció la voz al instante y abrió los ojos para recibirla con una sonrisa, descuidando sus pies y casi tropezando con el borde de la banqueta, ella rió y él con ella. Fue entonces cuando la miró y olvidó todo.

Sonreía por supuesto, vestía un pantalón caqui y una playera negra de Jack Daniel’s, simple, con la practicidad que le caracterizaba, un detalle que el chico no había pasado por alto y que le agradaba. Maquillaje en su rostro, no demasiado, un poco de polvo, y ojos bien delineados -el chico ama los ojos delineados- haciendo que el color café claro de su iris resaltara. El abrió la puerta de su auto y la invitó a subir, cerró la puerta con cuidado y se dirigió hacia el otro lado para subir el también.

Ella amaba el café y él amaba el café, así que él la había invitado a tomar uno. Eso había sucedido una semana atrás…

Para el momento en el que el chico despertó aquella mañana después de haberla conocido, el caos reinaba en el cuarto del hotel, era casi la hora del check-out y todos seguían dormidos, organizarse les tomó justo el tiempo exacto. Pero el fin de semana no acababa y no se irían hasta la tarde, así que decidió llamar a Idris y decirle que pensaban quedarse y que le gustaría que la acompañara, después de todo la había pasado muy bien el día anterior. Pero era demasiado tarde, ella ya iba camino a la capital, su grupo había despertado más temprano y ellas debían partir antes. Leo maldijo su suerte.

Pero Leo no apostaba en vano y se prometió a si mismo no dejar que terminara ahí.

Fue así como empezaron los mensajes, fue así como empezaron a conversar. El había vuelto a la capital también y el halo de magia que rodea los viajes excepcionales empezaba a desaparecer, la semana avanzaba y ellos seguían platicando, de día, de noche, al despertar y al ir a dormir, era lo último que cruzaba su mente.

-¿Cómo pude haberme encontrado con alguien tan similar a mi?-Pensaba

-Oh, pero no lo es-Lo sabía

Idris era en muchos aspectos igual a Leo, tenían el mismo color favorito, la misma comida favorita y compartían un gusto universal por la música, a ella le gustaba leer y él era adicto a ello, compartía su gusto por las conversaciones y las cafeterías, el frío y la calma. A pesar de eso, ella era caos, amaba las fiestas y bailar, los amigos y divertirse; una de las cosas más curiosas para Leo, fue descubrir que el también compartía esa faceta… algo que jamás habría aceptado hace dos años, ´él también amaba bailar, el también disfrutaba mucho las fiestas, definitivamente era diferente y conocer a Idris le hizo darse cuenta de eso, era una persona especial.

Eso fue lo que lo impulsó a invitarla a salir, contra toda su lógica y ante la incertidumbre de algo nuevo, lo hizo. Algo nuevo había caído en su vida y el no iba a permitirle escapar tan fácilmente, aun cuando no sabía lo que era, aun cuando no era nada, aun cuando no lo tenía planeado y aun cuando todo eso era caos para una vida que ya empezaba a planear, lo sintió como una señal, decidió que valía la pena correr el riesgo, recordó aquella frase de una de sus películas favoritas:

“I guess when you’re young, you just believe there’ll be many people with whom you’ll connect with. Later in life, you realize it only happens a few times.”

La invitó a salir y ella aceptó, realmente aceptó. Y ahí estaban los dos sentados uno frente al otro, dos tazas de café en la mesa y una conversación interminable, sus vidas, sus gustos, sus anécdotas, el se deleitaba escuchándola hablar, haciéndola reír.

Durante tres horas no existió nada más que ellos dos y se olvidó de todo, incluso del tiempo, pero el tiempo no se detiene y cuando lo notaron era tarde, ella tenía una clase a la que asistir y él la llevaría, pagó y se fueron de ahí. La acompañó hasta el lugar donde tomaría su clase y con la intención de volver a verla, se despidió de ella.

Al llegar a su auto aun no asimilaba lo que había pasado, su cuerpo inundado de endorfinas no le permitía pensar, solo sentir y él se sentía feliz.

Eventualmente su sistema nervioso volvió a la normalidad y empezó a procesar la maravillosa mañana que había tenido, pero al mismo tiempo su mente inevitable como siempre empezar a maquinar miles de pensamientos, el más recurrente…

¿Y ahora qué? 

Había dado el primer paso, movido por su entusiasmo y ahora tenía que seguir caminando o caería, pensó en lo que ella representaba y lo que significaba haber salido con ella, empezar a interesarse en ella y de la misma manera como las dudas lo inundaron, la resolución apareció. No lo sé.

No sabía que podía pasara, no sabía qué seguía, no estaba seguro de como se desenvolvería esto, ni siquiera comprendía enteramente qué le impulsó a llegar hasta donde estaba, a seguir tomando un camino desconocido que hace tiempo había decidido dejar de lado.

Idris es una chica atractiva, con una voz única y cautivadora, con una personalidad sencilla y una mentalidad abierta, Idris es alguien con quien puedo platicar de cosas que la mayoría ignoran, Idris no vive en la capital y es por ello que tuve que recogerla en la central de autobuses, Idris es alguien interesante, parecida a mi y diferente en muchas cosas, Idris es mayor que yo y eso me divierte, Idris es algo nuevo y bonito, algo que no quiero dejar ir.

Leo reflexionó sobre lo mucho que su encuentro con Idris lo había emocionado y a pesar de que dejara sus pensamientos divagar en una fantasía romántica perfecta, bajo ningún concepto se sintió enamorado de ella, los años le enseñaron a no confundir y a saber apreciar.

Aun así, no puedo negar que me gusta.

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Algo a despertado en mi, algo que hacía tiempo había dormido y algo que no tenía intención de despertar, y aunque tengo muchas dudas, no tengo prisa, ni tengo miedo. Estoy entusiasmado, no se qué será de mi lazo con Idris, pero planeo averiguarlo.

Por primera vez en mucho tiempo…

Quiero pasar más tiempo con ella.

 

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