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Sobre Delilah y Elena

Durante mi fin de semana tuve la oportunidad de conocer a varias personas nuevas, pero en especial puedo destacar a dos chicas, ellas representan un paso más en mi evolución como persona.

Continuamente me pregunto como es que las personas que he conocido últimamente me ven o piensan de mi, no porque sienta la necesidad de saberlo, ni porque piense regir mi comportamiento por lo que los demás piensan de mi, simplemente soy curioso y a veces egocéntrico, lo hago porque me llama la atención si las personas que me conocen recientemente tienen una idea diferente a mi persona sobre las que me conocen desde hace años, que tanto se reflejan los cambios que yo he notado en mi. El Domingo logré verlo por primera vez.

Ya he escrito sobre donde me encontraba el fin de semana (bastante), así que no planeo hacer énfasis en ello de nuevo, basta con que sepan que las conocí en el mismo lugar. Delilah era una chica seria pero alegre, podía notar eso, y frecuentemente notaba como terminaba sin compañía, al igual que yo, en un momento específico de la tarde ella estaba sentada en una silla rodeada de grupos de personas platicando entre si, ella ajena a ellos, solo observando la banda, igual que yo, imaginé la idea de acercarme a ella y entablar una conversación con ella por segunda vez, pero esta vez no cedería tan fácilmente, quería conocerla, la idea aceleró mi corazón, interpreté eso como una señal, los nervios podían tragarse sus gritos, ya había empezado a caminar hacia ella. Tomé el asiento a su lado y atrapé su mirada

─¿Por qué sigues quedándote sin compañía?─ le dije

─No lo sé─ contestó con voz suave

La otra chica y el otro chico que la habían acompañado venían de su mismo grupo, pero apenas los conocía. Yo tampoco conocía a nadie, y así la plática continuó, amena y tranquila, hasta el momento de separarnos en grupos de nuevo, decidí que ya nadie prestaba atención a la separación y que el asiento vacío a su lado era otra señal, así que cambié mi lugar para poder seguir platicando. Una de las cosas que debes hacer para agradarle a una chica es ser capaz de hacerla sonreír y al menos en eso ya había triunfado, tenía una sonrisa bonita, con dientes blancos y alineados, seguimos platicando y haciendo bromas, en ese tono y volumen que solo las personas serias dominan, uno que permite a dos personas hablar para ellos pero vuelve inentendible el mensaje para los que los rodean. Descubrí que ella no tocaba ningún instrumento, no porque apenas empezara, como yo, sino porque lo que ella hacía era cantar, descubrí que le gustaban los deportes, mantenerse activa. Me pareció una persona bastante agradable y me convencí de que no dejaría que todo terminara al final del día.

A nuestra pequeña charla se unió su otra compañera, Elena, de fácil sonrisa y gran carisma, empezó a guiar la conversación de la misma manera que yo lo había hecho con Delilah, lo cual delataba su seguridad en si misma, a la cual correspondí con el mismo ímpetu y juntos enriquecimos la conversación de tal manera que pronto teníamos una charla bastante agradable y estimulante, tanto que solo después de casi una hora nos dimos cuenta que ella no sabía mi nombre, de lo cual nos reímos, los tres entramos al lugar donde serviríamos de coro y nos sentamos los tres juntos. Nos divertimos cantando y bailando a veces, al término de nuestro servicio no podíamos dejar de platicar y nos buscábamos los unos a los otros. Era el término del día y había una fuerte lluvia fuera del templo, sabía que Delilah se iba con Elena y que ambas se dirigían al sector de la ciudad cercano a mi casa, así que pregunté a Elena si había posibilidad de que me fuera con ellos, sin dudarlo me dijo que si, no sabía como le haríamos pero por supuesto me podían llevar, fue entonces cuando conocí Dima, creo que es la coordinadora de su coro o algo así, el punto fue que Elena le comentó quién era yo y que me iría con ellos, me saludó amablemente y me preguntó que si donde venía, a lo que contesté y me preguntó si estaba en el coro, mi comunidad no tiene coro (al menos no aun) y me invitó a unirme, “tal vez” dije yo.

─Un tal vez no me convence, tiene que ser si o no─ exclamó Delilah tras de mí.

Fue todo lo que tomó.

─Esta bien─ contesté con una sonrisa, mientras ellos se alegraban y Delilah sonreía.

Era hora de irnos y como pudimos nos metimos todos en el carro que manejaba la madre de Elena (o al menos eso creo), venía con ella otra mujer y junto con Dima, Elena, Delilah, Byr (el chico que había estado platicando con ellas)  y yo, éramos 7 en un auto compacto, nada de eso nos bajó los ánimos, y durante el camino nos la pasamos bromeando y riendo, durante un momento del trayecto la madre de Elena preguntó que si qué hacía caer un rayo, a lo cual solo Elena y yo parecíamos saber la respuesta y yo la expliqué elocuentemente lo que pareció haber impresionado a todos, estaban contentos de que hubiera decidido unirme al coro, al parecer necesitaban voces masculinas pues tenían solo dos hombres, las demás eran mujeres y un hombre más era algo muy bueno, nos detuvimos en el templo de su comunidad pues la mayoría vivía a los alrededores, excepto Elena y yo, se ofrecieron a llevarme hasta mi casa así que de camino Elena y yo tuvimos mayor oportunidad de platicar más sobre nosotros, ella estudia Ingeniería, igual que yo, no la misma rama pero la misma pasión. Me dejaron en mi casa con la promesa de vernos el Jueves. Jueves a las 7, el único horario que tengo disponible, coincidía con el horario en el que ellos se reunían, las señales están en todos los lugares.

Lo que más me llamó la atención de ese día y por lo que inicié esta entrada, fue la forma en la que ellos se refirieron a mi, como si yo fuera una persona alegre y activa, sociable y fácil de llevarse, eso decían sus acciones y sus palabras, tanto cuando me presentaban a un miembro más, como la manera en que reaccionaban a mis interacciones, interacciones que se volvían tan naturales como si siempre las hubiera hecho, como si siempre hubiera sido así.

No era diferente, era yo mismo, no estaba fingiendo… simplemente, había cambiado. Aun así, esa persona era yo, y yo estaba feliz por ello.

Delilah y Elena, ustedes fueron las primeras personas en conocerme, logré convertirme en alguien que jamás había sido y ustedes fueron las primeras en mostrármelo.

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