-Dime dime ¿qué se siente? ¿cómo lo sabes? -Preguntaba con ansias
-¿Qué te hace pensar que yo lo sé, pequeña? -Le inquirió con una sonrisa gentil
-Lo sé, lo veo en tu cara, lo veo en tu sonrisa, en tus ojos y en la manera que brillas. Te ha vuelto a suceder ¿no es así?, cuéntame, cuéntamelo todo. Lo quiero saber. -Insistió con inocencia.
Él sonrió una vez más.
-Está bien, te contaré. -cedió. Aunque en verdad solo buscaba un pretexto para hablar de ella.
Es… despertar y recordar, recordar que en tus sueños la viste y sonreír porque te acompañó mientras volabas por todas esas fantasías que se desatan cuando dormimos, es amanecer y estar en calma, es sentir dicha por el simple hecho de que aun antes de que el mundo se creara a tu alrededor como cada mañana, incluso antes de darte cuenta lo tarde que era, ella ya inundaba tú pensamiento.
Es tu rutina diaria transformada en una aventura diferente, porque no se va de tu pensamiento y cada momento que pasa en tu mente impulsa tu imaginación en mil direcciones diferentes, mientras recibes con anhelo la bendición de sus palabras de buenos días y piensas que eres afortunado porque de todas las personas que hay en este mundo ella ha decidido darte los buenos días especialmente a ti, y en verdad te sientes especial, único. Y lo eres.
Es sonreír al salir al mundo, es brillar con el sol de la mañana y volar con el viento de la tarde, es correr sin ir deprisa y aun así la velocidad nunca es suficiente para igualar las cosas que pasan por tu corazón, es recordar cada muestra de cariño y apreciarla en sobremanera. Es sentir.
Sentir habiendo sentido y sentir lo que está por venir, pero sobretodo sentir cuando sucede. Sentir cuando te abraza, sentir cuando te saluda, sentir cuando te besa. Sentir su ausencia y sentir su presencia. Aun cuando no está contigo, sus abrazos están marcados en tu piel y el recuerdo te hace arder en una energía que mueve tus acciones. Es actuar.
Y piensas que cada cosa que haces tiene relación con ella y quieres hacer más cosas y de pronto el mundo es pequeño pues te sientes invencible, de pronto el mundo se ilumina, pero sobretodo tú te iluminas y los demás lo notan, y te preguntan, y tú solo sonríes ante sus expresiones. Es brillar.
-¿Es diferente? -Le interrumpió -Ya sabes… a antes -continuó.
-Si… es diferente. Nos engañamos pensando que no es posible que pase de nuevo pero siempre encuentra la forma de atraparnos y siempre vuelve a pasar.
-¿Es mejor? -preguntó, sin darse por vencida. Él sonrió
-Lo disfruto más -concluyó él.
-Sigue… por favor. -Pidió, apenada.
Es sentirte a su lado estando a miles de metros. Es su sonrisa haciéndote explotar. Son sus ojos haciéndote bendecir la vida por haberte cruzado con ellos, son sus palabras que te envuelven cada vez más, es su tacto que electrifica tu piel, es su esencia que no se va de ti. Es su existir.
Es negarlo, negarlo una y otra vez hasta que ya no puedes hacerlo más, es darte por vencido y ceder ante tus sentimientos que ya se han apoderado de ti. Empezar a hablar más de ella y darle la contra a tus amigos cuando te lo señalan, es pensar que tienen razón.
Es el miedo que se apodera de ti ante la indiscutible realidad, es la ansiedad de querer pasar mas tiempo junto a ella, compartir lo que te pasa y lo que haces, querer formar parte de su vida como ella se ha vuelto parte de la tuya. Y eventualmente te lo preguntarás, porque ha pasado tiempo… ¿estoy listo?
Sentirás las dudas envolverte y pensarás que nada de esto pasaba antes y que quizás no lo quieres en verdad y entonces lo sabrás… porque querrás hacerlo de todos modos, porque tus sentimientos te convencerán de que vale la pena, porque tus miedos serán superados por los sentimientos que ella ha provocado en ti, porque lo harás, a pesar del miedo, lo harás. Pondrás tu fe en algo desconocido, inexplorado… y confiarás en ella, en que todos tus sentimientos resonarán en ella.
Porque al final de todo, pequeña… Enamorarse es arriesgarse.
-Que afortunado eres -suspiró la pequeña.
-Es que estoy enamorado -le dijo.
Ambos estallaron en una sonora carcajada