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111208-F-UI176-619 GRAND BARA DESERT, Djibouti (Dec. 8, 2011) A runner sprints for the finish line during the 29th annual Grand Bara 15K race in the Grand Bara Desert, Djibouti. More than 250 members from the Combined Joint Task Force – Horn of Africa and Camp Lemonnier competed in the race. (U.S. Air Force photo by Staff Sgt. Jonathan Steffen/Released)

El Juego Mayor

Eran las diez de la noche, la iluminación del local era tenue, el ambiente relajado, la música de fondo acorde… y ahí me encontraba yo. El pensamiento apenas duró un instante, una fracción de segundo, pero fue suficiente. Un instante donde mi subconsciente invadió a su contraparte y reconocí el lugar y momento en el que me encontraba.

Era un restaurante un tanto elegante y yo me encontraba rodeado de personas mayores que yo, completos desconocidos a excepción de la que estaba a mi lado, Idris. Y yo estaba sorprendentemente cómodo.

Realmente lo estaba. Ahora lo veo en retrospectiva y me hace sentir mejor, pero no se iguala al sentimiento de gozo del momento del descubrimiento, porque a partir de ese momento, me fue imposible dejar de notar los aspectos en mi, que hacían de todo algo más sencillo, las bromas, la sonrisa, la actitud, y me descubrí a mi mismo envuelto en un juego que hasta hace poco no conocía, en un juego del que ya formaba parte, tanto involuntaria como inesperadamente.

Estoy casi 100% seguro de que cada persona a mi alrededor era mayor que yo, incluso Idris que acaba de cumplir años aun cuando todavía falta más de un mes para mi día. Un cumpleaños era lo que me tenía ahí, el de la mejor amiga de Idris, quien es 3 años mayor que ella, lo cual hacía que todos sus amigos/invitados fueran mayores que yo y realmente eso no importaba.

Pero ahí estaba yo. Probablemente esto no sea nada del otro mundo, pero comparado con la persona que solía ser hace 2 años, es algo que probablemente nunca habría sucedido.

Pero ahí estaba yo. Idris me había invitado y yo había aceptado sin pensarlo, con naturalidad, su invitación era casual y aun cuando estaría rodeada de todas esas personas que ella conocía, decidió invitarme para estar con ella, eso me puso feliz. Y aun así… una parte de mi tomó esto como una prueba, claro que había que probarme ante ella, pero la verdadera prueba era una prueba interna, personal. Una oportunidad para probarme a mi mismo.

Y lo hice.

Era yo solo, rodeado de extraños ante los que no podía mostrarme indiferente, era yo solo porque nadie me iba a ayudar, era yo solo superándome una vez más a mi mismo. Ahí me encontré, en el medio de la velada, jugando un juego que nadie me enseñó a jugar, un juego para el que no fui criado, pero aun así, un juego que está dentro de mi propio ADN.

A lo largo de nuestra vida tenemos esos pequeños momentos de crecimiento personal, donde nos damos cuenta que las cosas ya no son como antes y hemos cambiado nuestra forma de ser, de actuar, de vivir, un punto sin retorno. El primer beso, la primera borrachera, la primera vez que tuvimos sexo, el final de la escuela, la muerte de alguien cercano. Darte cuenta de que estás cómodo haciendo algo que antes pensaste no te gustaba hacer.

Y pensé entonces en las cosas que he estado haciendo en los últimos 4 meses. Conviviendo con personas mayores que yo, tomando riesgos, conociendo personas nuevas, saliendo a fiestas, cometiendo errores,  viviendo. Y entre más lo pienso, más lo noto, más veo las señales y el patrón es el mismo, puede que apenas esté por cumplir 23 años, pero esas personas que estaban sentadas a mi alrededor esa noche, estaban jugando el mismo juego, un juego con muchos nombres: vida, crecer, sociedad.

Una serie de juegos que vienen junto a esa etapa que llamamos adultez, los juegos de los mayores, excepto que esta vez… ya somos mayores. Puede que mi pasado no se haya preparado para este tipo de juego que es la vida adulta, ciertamente nadie nos dice cuales son las reglas ni si hay un objetivo, solo hay una verdad absoluta, todos están a la expectativa de nuestros fracasos. Pero por primera vez en la vida eso no me importa, empiezo a rodearme cada vez más de personas mayores que yo, como lo hacía hace mucho. Aprendo de ellas y vivo sin miedo, porque a pesar de que unos llevan más tiempo y yo voy empezando, ya aprendí a disfrutarlo.

Además… siempre he sido bueno para los juegos.

En cierta manera Idris es el catalizador que me hizo darme cuenta de todo esto, por eso me es tan agradable estar con ella, por eso quiero ser más cercano, por eso busco pasar más tiempo a su lado, por eso la quiero en mi vida. Porque aunque su presencia es solo una parte más de mi vida, se ha convertido en una parte importante.

Hace un tiempo aprendí como sobrevivir conmigo mismo y esa confianza en conocerme tanto es el combustible que me permite ser tan confidente ahora. Poco a poco me estoy volviendo una persona cada vez más social, lo cual es bastante oportuno.

Ahora estoy en el Juego Mayor.

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