Oh querida musa:
Existe la posibilidad de que algún día llegues a leer estas palabras, las cuales escribo para ti. Para entonces tal vez ya lo sepas, pero quizás no, pero de cualquier manera es importante que deje constancia de lo importante que fue tu llegada a mi vida. Apareciste en un momento donde yo me encontraba corriendo, sin ningún rumbo en particular, pero moviéndome, sin detenerme ni mirar hacia atrás, siempre hacia adelante. Solo. El viento frío rodeándome mientras corría, sin molestarme, pero helando mi piel. Entumeciendo mis sensaciones. No fue casualidad habernos conocido. Estaba tan preocupado por seguir adelante que no notaba como mi alma anhelaba la calidez de otro ser. Una conexión.
En eso te convertiste tú, en el lazo que sin saber, necesitaba. Fue tu cabello, fue tu sonrisa, tu trato amable y tu cariño. Tu amistad y tu calidez. De pronto me sorprendí sintiéndome de una forma que jamás me había sentido, tu cariño era diferente. Puro y sincero, cálido y desinteresado. Probablemente no te diste cuenta, porque eres algo despistada para notar esas cosas, pero fue tu calor, esos abrazos y esas sonrisas, las que le dieron la tranquilidad a mi ser, ese calor que anhelaba, aprendí a quererte de una forma que no había querido a nadie nunca, algo diferente, y tú sin saberlo y tal vez sin intentarlo me diste un cariño que me hacía falta. Te has vuelto muy importante en mi vida, y no quiero que salgas de ella. No me enamoré de ti, sin embargo ya te quiero mucho, el lazo de amistad que nos une me parece cada vez más bello y más valioso. Tu cariño me apacigua, me da tranquilidad, me protege. Tal como siento que lo haría una hermana… si la tuviera. Tal vez al fin la he encontrado, en ti.
Sin pedírtelo me compartiste tu cariño, sin saberlo me abrazaste cuando más lo necesitaba y sin buscarlo tú calor me volvió más fuerte. Por eso siempre te estaré agradecido y siempre formarás parte de lo que soy.
Un abrazo largo, querida Elena.