Hace días escribía un post donde expresaba el estado mental en el que me encontraba. Tiempo y paciencia. Persistencia. Las señales llegan.
Frecuentemente me obligo a mi mismo a abrazar mis preocupaciones y a reconocer mis miedos, aceptar mis emociones y adentrarme en la profundidad de mi psique, conocerme más y ayudarme a entender quien soy. En ocasiones estos procesos se encuentran ligados o son desencadenados por cargas de pensamiento muy grandes, eso pasó hace dos semanas. Me encontraba presionado por un proyecto que no ponía en marcha, atado a un equipo que no mostraba entusiasmo ni iniciativa, eso y los pensamientos sobre el próximo año, que aun no defino, me envolvieron en una penumbra sofocante la cual no intenté salir, no mientras tomaba fuerzas.
Hace algunos meses tuve la oportunidad de asistir a un taller donde nos mostraron un video sobre el estrés, como existe otra cara de la moneda y no todo es tan malo como parece, últimamente había estado pensando en ese video, en lo mucho que coincidía con las opiniones ahí expresadas y como podría girar mis pensamientos a una actitud mental positiva. Aún así, por mucho que lo pensaba, nada se encendía en mi. Tres días para la entrega del proyecto.
Ignición.
Las fechas eran incorrectas, teníamos 9 días.
Nueve.
Respiro, Alivio. Acción. Tenemos que hacerlo. Para mañana reviso yo. Estamos trabajando. Tienen hasta el día de la presentación. Revolución.
El hecho de que se extendiera la fecha de la entrega del proyecto detonó en mi la chispa que necesitaba para moverme, agilicé a mi equipo, asigné responsabilidades, me puse en movimiento y todos empezamos a trabajar, todo fluyó. Dos días antes, no estaba terminado y aun había cosas por hacer, pero estábamos cerca, mis actividades me imposibilitaron estar al pendiente de todo, puse mi confianza en los demás miembros del equipo y superaron mis expectativas, lograron terminar un prototipo funcional, estético y similar a nuestra idea.
Martes en la noche. Agotado e irritado, asistí al ensayo para el recital, tenía que ir. No tenía humor para soportar la actitud desconsiderada de Elena, no es su culpa, ni la mía. La vida es así, su presencia me sacó varias sonrisas, pero la agonía era mayor. Tuve que caminar a casa, sabía que me haría bien. En ese momento volví a recordar el estrés. No es malo, si lo utilizas, tenía dos opciones, convertirlo en mi herramienta o en mi enemigo, mi equipo cumplió, me tocaba dar lo mejor de mi, pensé entonces “si voy a caer, será peleando”.
Mi creatividad se disparó, mi productividad se transformó, logré cumplir todo lo que tenía que hacer y al estar apunto de terminar, lo noté.
Emoción. La idea de competir, la idea de mostrar lo que creamos, la idea de compartir, me envolvió, me encendió. Me acordé entonces de Elena y me pareció triste no haber aprovechado más ese tiempo con ella. Ya no importaba, tenía que concentrarme, erigí una barrera de trabajo y aparté esos pensamientos.
Día del concurso. Media mañana y todo estaba listo. Me sobra tiempo y decido relajarme, prepararme. Tengo un mensaje de Elena, me necesita. Qué bonito… ser necesitado y poder estar ahí. La ayudé y me lo agradeció mucho, me puso feliz saber que recurre a mi cuando necesita ayuda. Con nerviosismo y emoción, presentamos nuestro prototipo, no fue el mejor, no ganamos ningún premio, pero lo disfrutamos y a la gente le agradó, la interacción… fue más que suficiente. Al final del día estaba lo suficientemente contento como para no pensar en el dolor de pies que tenía por andar en vueltas todo el día, para no pensar en lo que tenía que llegar a preparar para el viaje de mañana, feliz porque vi materializarse en una semana, mi voluntad.
Y cuando daba mi día por concluido, declarado un éxito… Elena. Estaba muy emocionada, había tenido un día igual de exhaustivo que yo, pero una conferencia que impartió la puso muy feliz y compartió ese entusiasmo conmigo y yo con ella. Eso fue lo mejor de mi día, la conexión.
Al final, el detenerme y mirar hacia dentro mío me permitió ver las señales que encenderían mi voluntad, el estrés no es malo, si lo haces una herramienta, es la forma que tiene nuestro cuerpo de hacernos más fuertes ante la adversidad.
La crisis saca lo mejor de nosotros, a veces solo hay que detenerse escuchar, algo dentro de nosotros espera por reaccionar al exterior. Un grito de guerra que inicie una revolución.