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El día con la chica, el viento y dos felinos.

Una tarde cualquiera, una tarde que decidí aprender más de cocina y disfrutar de un buen rato relajado, separado del mundo, en una burbuja personal. El preludio de lo extraordinario. La sensación de que algo está por suceder.

-Del 19 de Abril de 2015-

“Nuevo vino, nuevo amigo.

Las circunstancias que me han dirigido aquí no son otras que las de la vida. ¿No es hermoso como lo único que tienes que hacer para ser sorprendido, es dejar de intentarlo? La última semana ha sido una serie de días acontecidos bajo el abrigo de la emoción y la sorpresa.

¿Cómo?

Simplemente dejé de esperar sorpresas, dejé de esperar que la gente se comporte como me gustaría, como me conviene o como puedo controlar. Control, mi vida girando en torno al poder manipular a las personas, soy capaz. Lo he comprobado. Si. Pero he encontrado algo interesante, mi diversidad, mi capacidad de cambiar. No necesito controlar a las personas, se trata de disfrutarlas, su presencia y lo que aportan, de influenciar al que me importa y cambiar las cosas si mi fuerza es lo suficientemente fuerte.

Catarsis.

Necesito ser fuerte. Lo soy. Así es, sin ataduras puedo sentir al mundo. Einstein está en lo cierto.

Relatividad. Espacio – Tiempo en un plano conjunto, yo soy una singularidad.

He visto el camino y me dispongo a seguirlo. Ahora entiendo mejor a Dante y su filosofía.

El último enemigo a ser vencido no es la muerte, es uno mismo.

El viento, la calma, el vino y dos felinos en un sofá, el me entiende y yo lo quiero. Es mio y soy de él. Que grandes seres son las mascotas, te escanean y se convierten en tu reflejo, Manu es el mejor gato que hay, flojo y mamón, pero mío. Es el mejor.

La experiencia me dice que seré mejor, mucho mejor, yo la escucho pero también puedo verlo. Ya lo soy.

Persigo la excelencia.”

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