Talento, progreso, logros, arte, ciencia. Realización. Vacío.
Que insignificantes actos los míos.
Sábado 18 de Marzo
El día se volvía tarde y el vacío se disfrazaba con su capa de rutina, un sábado para “relajarse”, un sábado que no leeré pues pienso descansar. Espero con ansia que todos se vayan, que dejen esta casa solo para mi y poder así respirar. Se van.
El tiempo y el espacio son para mi y yo viajo a otro mundo, donde acabar con monstruos que son más sencillos de encontrar y destruir que los míos. Duermo. Despierto. Es tarde pero aun queda la noche, y la noche apenas va a comenzar.
De alguna manera convencí a mi amigo Borgias de ir conmigo al rockbar donde generalmente voy con Kun, a Borgias no le fascina la música ruidosa del lugar, pero a base de pagar el boleto y mostrarle que la banda que quería ver podía ser de su agrado, terminé arrastrándolo conmigo.
Las bandas que abrieron la tocada si que eran ruidosa y a pesar de que sabía que Borgias no estaba del todo cómodo, no se quejó y yo aprecié su esfuerzo, su presencia. Después de dos horas de Rock, al fin la banda que fuimos a ver subió al escenario. Matilde Band.
Una banda que empecé a seguir hace algunos meses y que supe desde el momento en que vi que se presentarían en mi pequeña ciudad, que tenía que verlos. No son la mejor banda indie que he escuchado, pero probablemente sea la banda de mi país que más me ha cautivado en los últimos años. Si algo me han enseñado los conciertos de Nightwish y Epica, son que los shows en vivo son una experiencia completamente fascinante y mucho más trascendental que el impacto que puede causar el escuchar las canciones por unos audífonos.
Y así fue.
La chica me atrapó y me dejé envolver por la magia que la banda producía. Pasada medianoche Borgias anunció que se iba, tenía compromisos temprano, lo despedí con un saludo y agradecí que me hubiera acompañado, fue el único que lo hizo.
No planeaba irme hasta el final, ya estaba fascinado. El concierto acabó, me topé con Mad, la vocalista -es un bar pequeño, no mucho lugar a donde ir- nos tomamos una foto y le felicité. No había mucho más que hacer, abandoné el lugar, envuelto en un manto de serenidad y momentánea felicidad.
Domingo 19 de Marzo
Desperté al sorpresivo silencio de un domingo por la mañana, extraño acontecimiento ya que por lo general a las 9 de la mañana -si tengo suerte- ya hay alguien gritando y haciendo ruido -mi casa es pequeña, muy pequeña-. Eran las 11 y nadie hacia ruido, así que decidí despertar.
Domingo. Aburrido. En casa, asfixiado.
La noche de ayer lo había pasado muy bien, sin preocupaciones, solo el disfrutar del momento, del concierto, de la música, el placer.
Ahora solo estaba la vida cotidiana y eso dolía. Comparado con la noche anterior, mi domingo era un completo vacío. Así que recordé ayer. Recordé la banda y recordé que no les compré un Album -¡que tonto!-, busqué en internet y por supuesto, no se vendía en ningún lado, alguna manera habrá. Contacté su página de Facebook y me preguntaron que si de donde era. Contesté.
“¿Por qué no pasas por uno antes de que nos vayamos?”
-¡Seguían aquí!-
El guitarrista me dio su número y me indicó la dirección donde se estaban quedando -aparentemente una casa-, tomé las llaves del auto, me puse mis botas y salí al lugar. Al llegar a la dirección salió Pavel, quien me entregó el disco y yo le pregunté si habría manera de que ya que estaban todos, lo firmaran.
“¡Claro! Es más, pasa pasa”
Dentro de la casa estaban todos los integrantes de la banda y algunos amigos de ellos, me sentí extraño de penetrar en su intimidad, de atravesar ese manto de misticismo del detrás de una banda, pero 1 minuto después me di cuenta de algo, algo tan simple y presente que me sentí un poco avergonzado por haber obviado. Son personas.
Como yo, como tú, son seres vivientes.
Fueron muy amables al firmar todos el disco y permitirme platicar con ellos de manera tan natural, pero sentí que era momento de partir y así lo hice. Abandoné el lugar con una sonrisa y el pensamiento de que no volvería a ver a esas personas en mucho mucho tiempo, si es que volvía a hacerlo -creo que si, pero probablemente no volverá a ser algo tan personal- y mientras me iba, una parte de ellos se quedó en mi. Un pensamiento que hizo mella.
Pensaba en Matilde Band, pensaba en London Grammar, pensaba en Gabrielle Aplin, pensaba en los ganadores del oscar, pensaba Greta Elizondo, pensaba en las películas, los descubrimientos, los avances científicos, todo ello tenía algo en común.
Trascendental.
Todo había impactado en mi vida y en la de muchos otros, pero estoy seguro que sobre todo en las vidas de las personas que lograron algo, haciendo lo que amaban. Cantando, pintando, danzando, investigando, actuando, ayudando. Y todos tan… jóvenes.
Mi edad, menores incluso, mayores apenas. Todas estas personas que han estado dejando un impacto en mi vida, que han estado moviendo algo en mi, son jóvenes. Y yo… yo soy joven, pero yo… ¿yo qué he hecho?
¿Qué he logrado? ¿Qué he alcanzado? ¿Qué estoy haciendo? ¿Hacia donde voy? ¿Por qué no estoy sintiendo que hago nada a mi edad? ¿Por qué no puedo ser como ellos?
A su lado, mis logros no son nada y mis acciones no trascienden
A mis 23 años ¿Qué estoy haciendo?
La comparativa me hundió, el darme cuenta que sabía la respuesta a la incógnita, me derrumbó.
Oscuridad.