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Crisis: Epifanía

Una vez que has llegado al fondo, solo puedes ir hacia arriba.

Después de haber aguantado tres golpes, estás preparado para el cuarto.

Eres capaz de verlo… Puedes detenerlo.

Lunes 20 de Marzo

Día feriado. Día de casa llena. El sol me da de lleno en la cara y me grita que es tiempo de levantarse, el mundo ya lo ha hecho.

Solo había planeado cumplir dos cosas para este día: Ir al cine, derrotar al Jefe Final de la mazmorra más difícil del videojuego que estoy jugando.

Cumplí 4. 

Tenía ganas de ver la nueva película de La Bella y la Bestia, así que decidí invitar a mi familia al cine e ir todos juntos. Siempre hay algo de placer en poder invitar a mi familia a algún lugar y poder pagar todo lo que ellos quieran, por tanto tiempo nos hemos preocupado por el dinero, que de vez en cuando siento que necesitan olvidarse de él, para apreciar otras cosas. Mi trabajo me permite darles esa oportunidad y eso me pone contento.

Durante dos horas y media estuve inmerso en la tarea de cumplir la misión de mi videojuego y después de varios intentos, al fin lo logré. Existe un sentimiento de realización incapaz de explicarle a alguien que no es apasionado de los videojuegos sobre el por qué pasar tres horas seguidas intentando una y otra vez, fracasando decenas de veces hasta lograr vencer solo una sin ninguna recompensa física o tangible, te puede poner tan feliz. Lo logré.

La tercera, es quizás la más interesante. Una epifanía.

Pasados 10 minutos de la película decidí que ya no era momento de seguir pensando en mis demonios, había venido al cine a relajarme, así que iba a disfrutar la película.

10 minutos después, sucedió.

Fue una escena o una serie de escenas. Bella empieza a cantar sobre como el pequeño pueblo donde vive dice que es una chica rara y la tratan con desdén y repudio, aun cuando ella es la más sensata de todo el pueblo, para ellos es una contraposición inaceptable y debe ser atacada. Una chica que lee, que busca saber, que enseña a los pequeños sus buenos hábitos, sus habilidades.

Un peligro para lo cotidiano.

Pero al pasar la escena, ella seguía fiel a si misma y aun cuando el mundo se oponía ella simplemente brillaba en autosuficiencia, no les necesitaba. Semejante brillo atraía la atención de hasta los más viles seres, esos disfrazados de personas “correctas”, tal como el villano de la película. Gastón quería poseerla, no por sus talentos si no por ser un trofeo.

A pesar de que el personaje de Gastón es aterrador cuando lo unes a la cualidad de la sociedad por legitimar todo lo que el hace como “normal” o “correcto”, la interpretación de los actores hizo que algo en mi se encendiera mágicamente.

La simplicidad. Dejando de lado el análisis sociopático que se le puede hacer a los personas, los primeros intentos de Gastón por cautivar a Bella me hicieron recordar algo que había olvidado hace mucho tiempo. Algo que de pequeños tenemos integrado y de manera casi permanente ejercemos con gran ímpetu.

El luchar por lo que queremos y a entregarnos totalmente a lo que somos.

Cuando era pequeño, había una chica que me gustaba, me gustaba a mi y estaba resuelto a caerle bien, a hacerle sentir bien, a que mi presencia le agradara y a hacerla sonreir, eramos niños y a ella le enseñaron que era muy pequeña para tener novio, así que no aceptaría que le gustaba, pero yo podía notarlo. Y a pesar de que se negara, yo nunca me rendí, a pesar de sus negativas siempre fue ella para mi, porque sabía que valía la pena, sabía que era algo bueno y comprendía que había que luchar por ello, nunca me desanimé. A pesar de los años siempre fui paciente y nunca me sentí herido por su siempre negativa a ser algo más que ser amigos. Era feliz luchando por ella.

El tiempo pasó y crecimos, hoy de esa atracción no queda más que el grato recuerdo y una gran amistad.

Pero me encontré a mi mismo en medio de esa película, preguntándome ¿donde quedaron esas cualidades? ¿Por qué es tan fácil deprimirse? ¿Y por qué nos desesperamos tan pronto?

Algo en mi exige la inmediatez del éxito y por fin me di cuenta que me va a tomar mucho más tiempo, he aceptado que no es algo que vaya a alcanzar en cuestión de meses, la realización es algo muy difícil de alcanzar, algo por lo que mucha gente se rinde en la vida, pero es algo por lo que vale la pena luchar y así tenga que pasar por mil crisis y mil caídas, seguiré luchando. Porque ahora recuerdo, esa alegría, ese sentimiento, esa satisfacción, de luchar por algo que quieres con tanto fervor, algo que sabes que debes luchar, porque lo vale.

Ver la manera en la que el personaje de Bella se valora a si misma y como está dispuesta a defender la integridad de su ser al no ceder ante los atractivos comunes del personaje de Gastón me ayudó a ver que yo también tengo una integridad personal que defender, un sueño y un alma de la que cuidar y que eso es quizás, lo más importante que tengo en mi vida. Lo más valioso que poseo y no pretendo entregarlo tan fácilmente, ni a los monstruos que se adentran en mi mente, ni a los que abundan y me encuentro todos los días en este océano de personalidades que llamamos sociedad.

La respuesta yacía, una vez más dentro de mi.

En mis recuerdos, enterrado en el fondo de lo que un día fui, encontré lo que sigo siendo, el oxígeno que necesitaba para volver a arder. Para iluminar mis adentros.

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La cuarta cosa que logré ese día, fue comprar un boleto en la segunda fila del teatro más grande de mi ciudad para una presentación de ballet. La Compañía Nacional de Danza interpretará El Lago de los Cisnes.

La Compañía Nacional de Danza… Greta es solista.

¡Al fin veré a Greta!

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