Como lo había comentado en mi anterior post, el día de hoy asistiría a la sesión de un club de lectura que existe en mi ciudad, con el único referente de que un antiguo compañero de la preparatoria donde estudié asistía también. La noche había envuelto a la ciudad y con la incertidumbre de no saber como saldrían las cosas, me adentré al café donde se reunirían.
Existen en este mundo personas a las cuales nada les cuesta adentrarse en situaciones desconocidas, lanzarse a ese abismo de incertidumbre que representa formar parte de un ambiente nuevo, ese tipo de personas que siempre me parecieron tocados por alguna especie de fuerza sobrenatural que les confería una seguridad y una extroversión tan grande que vestían como una armadura impenetrable para cualquier revés social que se atreviera a hacerles frente. Ese tipo de persona, en el que me estoy convirtiendo.
Parecería curioso que cosas como el simple hecho de asistir a un nuevo grupo público de algo me emocionen tanto, mi emoción nace del hecho de que son comportamientos nuevos para mi. Tomar la iniciativa de incluir más personas en mi vida, adentrarme a una reunión con personas que no conozco en lo absoluto para discutir, para compartir opiniones, nunca sabes con que tipo de personas puedes toparte. El día de hoy me di cuenta de varias cosas.
Ya no soy más quien solía ser. Sigo siendo yo por supuesto, pero he cambiado, siempre fui muy seguro conmigo mismo, con mis cualidades intelectuales y mis pocos talentos, pero era una seguridad que no me molesté en hacer crecer, siempre pensando que era suficiente con lo que ya tenía. El tiempo me mostró cuan equívoco estaba y me lo mostró de dura forma, un día me di cuenta que me había convertido en alguien aislado con menos amigos que la mayoría y reacio a cambiar, mucho menos a intentar cosas nuevas. Logré verme por fuera y lo que vi no me gustó. Eso fue hace más de un año. En el transcurso de ese tiempo y como consta las diferentes entradas de este blog, me he convertido en alguien que busca cosas nuevas, que sale de su zona de confort, que aun pelea consigo mismo y en ocasiones duda, pero el miedo se ha ido.
El tiempo me ha vuelto más fuerte. La noche del día de hoy me encontraba afuera del café donde se llevaría a cabo la reunión para el Club de Lectura, llegué temprano así que estuve paseando un poco por el kiosco, un pensamiento se filtró en mi mente “te paraste en el mismo lugar hace algunos meses”. Por supuesto, ¿como olvidar aquella cita? después de todo, era el mismo café. Cuan diferente son las cosas ahora, no tenía miedo ya de adentrarme a esa reunión con personas que no conocía y que no sabían que contarían con la novedad de un intruso en su círculo, no tenía miedo de la posibilidad de su hostilidad, eran personas como yo. Sabiendo que podría soportar el peor escenario posible, me adentré al local.
Le pregunté al mesero por el grupo, me señaló a dos personas sentadas al fondo, al llegar a la mesa me presenté y saludé a ambos, una mujer y un hombre, ambos mayores que yo. Quizás fue mi forma de presentarme, el tono de voz o ambas, lo que ocasionó en ellos una respuesta de lo más amable, me saludaron con entusiasmo y me señalaron la sala donde se celebraba la sesión, la chica me dijo que podía pedir lo que quisiera y llevarlo dentro. Seguí su consejo y pedí un café americano a la cajera.
La sala se llenó pasados 15 minutos, éramos al rededor de 10 personas y a nadie pareció importarle que yo estuviera ahí, ni que fuera nuevo, empezaron a platicar como si mi estadía en ese lugar fuera lo más común y pronto me incluí en su plática, pasamos los primeros 30 minutos hablando sobre cosas de la vida, temas generales, dando nuestros puntos de vista, yo me incluía en la conversación con naturalidad, al tiempo que me di cuenta de ello, esbocé una sonrisa interna, estaba disfrutando esto.
La discusión del libro comenzó, solo yo y otra chica habíamos leído el libro, pues estaba programada la lectura para dos sesiones, algo que yo desconocía, esto me puso en un lugar de ventaja frente a mis interlocutores, lo cual me proporcionó la última pizca de seguridad que necesitaba para dejar de preocuparme, pronto esta exponiendo mis puntos de vista con los demás, como si los conociera, como si no fuera el único extraño que estaba en esa sala, llena de personas que ya se conocían. Me convertí en alguien que alguna vez pensé irrealizable.
Al final de la sesión, todos parecían complacidos de que hubiera estado ahí, se presentaron oficialmente ante mi y yo hice lo mismo con los restantes, abandoné el lugar con la invitación de que volviera a al siguiente sesión. Se reúnen cada dos semanas, ahí estaré.
Al salir me sorprendí a mi mismo notando lo fácil que me había sido enfrentarme a una situación que hace un tiempo habría evadido, y lo bien que habían salido las cosas. Me dije a mi mismo, que el primer engrane ya estaba girando y mi mecanismo no se iba a detener, había aprendido a nadar en ese océano social que es la vida y una piscina ya no volvería a ser suficiente para mi.
Estoy contento.