Domingo de nuevo y cometí el error de asumir que las cosas al fin habían vuelto a ser lo que eran antes. Estaba equivocado.
Elena recobró un poco de su actitud suave y tranquila y pensé que las cosas iban por buen camino de nuevo, así que me permití actuar con menor cautela y volver a mi actitud regular, interactuando más con ella y conversando. Aun así rehuía el contacto y yo preferí no buscarlo, nuestro servicio en el coro terminó y nos despedimos.
Por la tarde empezamos a platicar de nuevo por Whatsapp y aunque no hablamos de nada muy personal, la conversación fluía, así que pensé que quizás ella también empezaba a extrañarme y su actitud hostil se había vuelto en retirada, a lo cual decidí responder con comentarios donde elogiaba nuestra amistad y recordandole lo que significaba para mi el lazo que teníamos y lo mucho que le apreciaba. No se en que momento de la noche la conversación dio un giro y pareciera que todos los males de la caja de Pandora hubieran sido liberados, creo que fue ella quien mencionó quien comenzó, mencionó como era incapaz de salir conmigo y Byr y que sentía que no encajaba con nosotros, que simplemente no se sentía parte de nuestra camaradería, decidí que igual estaría bien terminar con todo esto de una vez y ahí empezó la espiral descendente. Ella dijo que le parecía muy difícil aceptar las cosas que yo decía, mi forma de expresarme, que aunque sabía que era una crítica constructiva, no podía aceptarla, no sabía como y eso le dolía. No puedo decir que sus argumentos me parecieran lo más razonables, pero al menos eran sinceros y fue en ese momento en el que me di cuenta de algo que hasta entonces no había notado. Lo estaba haciendo de nuevo.
Me había topado con una chica que tiene sus propios problemas personales y sus dificultades, sus defectos que no puede superar y ahí estaba yo, queriendo ayudarla. Repararla. Darme cuenta de ello me hizo sentir en cierta forma miserable pero al mismo tiempo me alegró que esta vez no me hubiera tomado tanto tiempo notarlo y más aun, notar que no tenía que hacerlo. En ese momento me di cuenta que hay cosas que no se le pueden enseñar a las personas, por más que las quieras, no todo el mundo es tan receptivo o abierto como para tomar los consejos de manera apacible y Elena definitivamente no lo haría, es testaruda oh si, intentar ayudarla solo le hará más daño.
Me di cuenta también de otra cosa, una nueva faceta de la amistad, existe más de una forma de probar tu cariño hacia tus amigos. No puedo ayudar a Elena a superar sus defectos, no soy la persona correcta y se que al no hacerlo inevitablemente tendré que verla ser golpeada por la vida, porque sus defectos y sus debilidades no la ayudarán ante ese ente con el que luchamos todos los días por superar, esa realidad que es cruda y fría. Pero ahí es donde estaré yo, tal vez no me corresponda a mi repararla -Dios, quizás no le corresponda a nadie semejante cosa-, pero si la vida llega a golpearla, ahí estaré yo, para confortarle y decirle que a todos nos pasa, pero si sigo intentando “ayudarla” no haré sino alejarla. Esa noche me dijo algo que no puedo decir que no me afectó: “solo a mi familia y a mis dos mejores amigos les puedo tolerar lo que sea”. En cierta forma me sentí excluido, pero tampoco soy tan ingenuo como para engañarme creyéndome algo que no soy, después de todo, nos conocemos desde hace menos de un año.
He decidido que no soy quien para intervenir de esa forma en su vida, no me corresponde ayudarla en ese aspecto, será la vida quien la moldee y si algún día logra ver que mis intenciones eran lo mejor, me sentiré afortunado, de cualquier manera mi lealtad será demostrada en forma de soporte, si algún día me llega a necesitar, le dije que estaré aquí para cuando me necesite, pero ahora mismo, no necesita que esté interviniendo en su vida de esa manera, ni yo necesito todo el drama que ello conlleva, la distancia es benéfica y el tiempo sigue siendo mi mejor aliado, no mentiré diciendo que no extraño sus abrazos, si lo hago, pero quizás ese es mi pago por haber caído en el mismo error de nuevo, ahora se que no sucederá una tercera vez.
He sacado lo mejor de todo esto y aunque nuestra relación no sea lo mismo de antes, confío en que el tiempo sanará esta fractura y si no, simplemente borrará su importancia, no tengo prisa.
Mi vida sigue.