Un nuevo libro, una nueva aventura, esta vez me adentré a la isla desierta donde un grupo de niños revelan con toda naturalidad las diferentes caras del comportamiento humano.
Un libro que debía leer en la escuela pero no leí
Un libro imprescindible en Inglaterra, de la autoría de William Golding. Es impuesto en la mayoría de las clases de literatura en educación secundaria del mundo. Fue de hecho en esa etapa de mi educación cuando me asignaron leerlo y hacer un reporte del mismo, lo cual no hice (en ese entonces todavía no tenía arraigado el hábito de la lectura) y me pareció un buen momento para cumplir mi tarea (con algunos 9 años de retraso). Así que aquí voy.
Lo primero que noté al leer el libro es la sinceridad, inmediatez y resolución de sus personajes. El libro comienza con el despertar de Ralph en una isla desierta, producto del naufragio de un avión en medio de una tormenta, cosa que parece no molestarle en absoluto al protagonista quien casi de inmediato se encuentra con otro niño, Piggy, se hacen las presentaciones necesarias y prosiguen su camino por la playa hasta encontrar una caracola, objeto que se convertiría en el mástil de la organización en la isla, Ralph suena la caracola y de inmediato un grupo de alrededor de 30 niños sobrevivientes se reúnen para ver qué es lo que causa ese estruendo, de esta manera Ralph se convierte en el centro de la asamblea recién formada, a la cual se une otro grupo de niños de mayor edad, quienes conforman un coro, liderados por Jack. Una vez reunidos todos los niños, deciden que es lógico tener un jefe y reglas, de acuerdo a una educación propia de los ingleses, pese a la autopostulación de Jack por ser el mayor y el líder del coro, Ralph es elegido por ser él quien sonó la caracola y los unió a todos. Aquí comienzan las aventuras del grupo.
Por medio de diálogos directos y acciones inmediatas, el autor nos adentra en lo que podría considerarse como la ‘lógica infante’, esa donde las cosas son más simples y sin matices, así lo representa en el actuar de sus personajes, se deciden por algo que tiene sentido y lo llevan a cabo, sin segundas cuestiones ni grandes planeaciones, todo se va desarrollando sobre la marcha, subir a la montaña para asegurarse que están en una isla, hacer una hoguera porque lo más importante es que los rescaten. Por medio de Ralph somos capaces de apreciar este lado de la niñez, ya que su inhabilidad de pensar mucho las cosas se expone en diversas ocasiones.
Al avanzar el argumento, las cosas se complican, Ralph empieza a notar lo que significa ser el jefe de un grupo de niños, la desorganización y el pronto desinterés en las actividades que se les asigna hacer, porque encuentran más satisfactorio pasar su tiempo jugando, que haciendo refugios o manteniendo encendida una hoguera. A mitad del libro se hace notar la divergencia de los ideales de Ralph, para quien lo más importante que pueden hacer es mantener la hoguera encendida para que los rescaten y Jack, quien empieza a adaptarse al ambiente, dirigiendo el coro como cazadores y proveedores de carne. Estas diferencias terminan por convertirse en rivalidad por quien es el más capacitado para el puesto de jefe y en la posterior división del grupo en dos tribus, los que siguen a Jack para cazar y divertirse y los que se quedan con Ralph, el representante del orden y la civilización.
Es a partir de este punto donde podemos notar más marcadamente lo que parece ser la intención del autor, mostrarnos las diferentes naturalezas que habitan en cada uno de nosotros y al mismo tiempo exponer el abandono de la niñez. Ralph se da cuenta como las cosas se han salido de control y como lo que antes era tan sencillo y simple, ya no lo es, se encuentra en la necesidad de pensar más en el que hacer y el qué es importante, se cuestiona a si mismo y aunque no se le da bien lo de pensar, a su lado está su fiel mano derecha Piggy, en quien podemos notar los marcados rasgos de la porción de cordura entre los niños.
Por último tenemos a Simon, para mi el personaje más significativo de la obra, pues es a través de él que conocemos el por qué del título y es a través de él que obtenemos la noción de el ser de la obra, su participación es definitivamente significativa, pues representa esa inocencia y enajenación del conflicto, que en ocasiones nos lleva a la compresión de cuestiones indescifrables desde el interior del caos.
Los últimos tres capítulos del libro son los más frenéticos y su final nos lleva a la apreciación del desarrollo de sus personajes a la vez que nos permite una introspección a todo lo que se nos ha expuesto a lo largo de la obra.
El señor de las moscas es un libro distópico, lo cual me recordó en cierta medida a otro libro del mismo tipo, Un mundo feliz de Aldous Huxley y puedo decir que al igual que este, concluye con un final bien logrado y no decepciona. Curiosamente y pese a tratarse de un libro donde se expresa la idea principal por medio de sus personajes, Golding no enfoca toda su atención en los adentros de estos, si no que también dedica una parte significativa de la narrativa a la descripción del entorno y el ambiente, lo cual me pareció un poco innecesario.
En conclusión, es un libro interesante de leer pero que puede no ser para todas las personas, sobre todo por la actitud de sus personajes y sus diálogos un tanto de “niñerías” que no todos están dispuestos a soportar. El autor no falla en resaltar de esta manera su visión y la de muchas personas de la naturaleza humana y sus marcados rasgos.
Es todo por esta ocasión, si tú lector ya has devorado esta obra… Bueno, me fascina saber conocer lo que las demás mentes opinan de una misma cosa.
Lo leí recientemente y si bien me ha gustado, no me ha fascinado. Lo sentí un tanto plano, pero entendí que no era de ese tipo de “libros de aventura”, si no más bien un estudio social del comportamiento de jóvenes y niños en condiciones de aislamiento y carencia de autoridad. Es un libro duro pero que nos enseña el lado salvaje innato del ser humano. Saludos!
¡Gracias por compartir tu opinión!
Creo que parte de la manera plana en la que está escrito es precisamente para dar la sensación de ver las cosas en la manera simple que lo ven los niños, a pesar de eso es una obra que como dices, representa exitosamente la primitividad intrínseca en cada uno de nosotros.
¡Saludos!